Creative Commons License La lengua japonesa: aquello que nunca te enseñaron (text) by Tatematsu Norio is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Unported License.

2007-12-03

Así hablamos, así pensamos: introducción al relativismo lingüístico



Hoy me gustaría introducir la teoría del relativismo lingüístico (言語相対論 gengo sôtai-ron), también conocida como "Hipótesis de Sapir-Whorf" (existen dudas acerca de si la denominación de "hipótesis" y el uso del nombre de los dos lingüistas es correcta, pero en eso no vamos a entrar aquí). Antes de ello me gustaría recordar que cada lengua tiene una manera diferente de clasificar la realidad y referirse a ella tanto en su gramática como en su vocabulario, por ejemplo:

  • Vocabulario. Para el verbo español "romper" existen to break y to tear en inglés (trencar y estripar en catalán, respectivamente), dependiendo de si lo que se rompe es algo duro o rígido pero quebrantable (que se rompe al golpearlo, como un jarrón), o algo blando y flexible que no se rompe aunque se caiga o se lo golpee (pero sí al cortarlo o rasgarlo como una tela o un papel). Y en japonés, pues ya no digamos, hay un montón de expresiones dependiendo de cómo es el objeto que se rompe y cómo es la rotura; por ejemplo, si un jarrón se rompe es porque se hace añicos, pero si se rompe un hueso suele ser porque se parte en dos; si una tele se rompe es porque se estropea, y si una puerta se rompe puede ser porque se parte o porque se deforma y ya no abre bien; si se rompe una caja fuerte es porque se la fuerza y otras cosas abstractas como el silencio, la armonía o una promesa también se pueden "romper". En estos casos en español tenemos sinónimos, pero todos ellos bajo la idea de "romper", sin embargo en japonés cada cosa se percibe de una manera diferente, y por eso no existe un verbo común para todos. La manera de dividir las partes del día es otro ejemplo típico. Para los españoles, las 15 pm y las 20 pm pueden ser ambas "de la tarde", pero para los ingleses, los catalanes y los japoneses, especialmente en invierno, las 20pm ya serían más bien "evening", "vespre" y "夕方 yûgata", es decir, otra parte del día distinta a la "tarde" ("afternoon", "tarda" o en japonés "午後 gogo" -que además de PM significa "desde las 12pm hasta que oscurece"). En castellano, tampoco es raro decir "la 1 del mediodía", aunque en muchos idiomas esto sería una contradicción. En este último ejemplo creo que es la cultura (hora de comer en España) la que influye en el idioma.
  • Gramática. Por ejemplo, no todas las lenguas tienen los mismos tiempos verbales, que es el ejemplo prototípico de cómo la percepción del tiempo y su progresión es diferente en cada idioma (y en sus hablantes). Recordemos que muchos extranjeros tienen problemas para usar bien "yo canté" y "yo cantaba", porque no distinguen el matiz. Además, en español estándar de España "Pérez-Reverte ha escrito muchos libros" y "Pérez-Reverte escribió muchos libros", así, sin más información (por ejemplo "el año pasado") y sin ningún contexto, se diferencian en un detalle importante: en el segundo caso, lo normal es interpretar que Pérez-Reverte está muerto. Hay idiomas, o incluso variedades del español -como en Hispanoamérica y creo que en Galicia por influencia del gallego- que no hacen esa distinción, porque comunicar esa información no se considera relevante (estamos hablando de que en el pasado escribió libros, no de si está vivo o muerto). Por otra parte, lenguas como el japonés no se centran en los tiempos verbales (presente, pasado, futuro...), sino en el aspecto, que entre otras cosas puede ser perfectivo (acción acabada) o imperfectivo (acción inacabada); de esta manera, el presente y el futuro no se distinguen, porque ambos se refieren a algo inacabado. Así, cada lengua enfoca de manera diferente los hechos de la realidad, y los clasifica también de forma distinta (o de forma parecida, pero usando diferentes categorías gramaticales: como el chino, que usa adverbios -ayer, hoy, antes, mañana, después- en lugar de tiempos verbales). Y ya no hablemos de las maneras de expresar (o no expresar) el género, o el singular o el plural, que daría para una tesis entera (para quien no lo sepa, en japonés lo común es que las palabras no sean ni singulares ni plurales: "Yane no ue ni neko ga iru" puede ser "Hay un gato en el tejado" o "Hay gatos en el tejado"; en todo caso lo que se expresa es que hay una presencia gatuna o existe gatunidad (¡propongo que a partir de ahora en español hablemos así! Puede ser la hostia)).


Cuando los lingüistas occidentales (=europeos y norteamericanos) entraron en contacto con lenguas "menos conocidas" (=asiáticas, africanas, precolombinas, aborígenes, etc.) que tenían categorías gramaticales y distribución de campos semánticos muy diferentes de las indoeuropeas, cobró más fuerza la pregunta de si el lenguaje influye en el pensamiento y se postuló la idea del determinismo lingüístico, según la cual la lengua que hablamos determina -limita- nuestra manera de pensar, por lo dicho de que cada lengua divide y estructura la realidad de una forma diferente; por poner de ejemplo lenguas más familiares para nosotros (en lugar del inuit o el swahili), en español decimos "esquina" o "rincón" (en japonés 角 kado y 隅 sumi, respectivamente), dependiendo del punto de vista -exterior o interior- con que consideramos la idea, mientras que en inglés se dice "corner" refiriéndose a ambos conceptos como uno solo. Según esta teoría del determinismo lingüístico, el hablante de una lengua en que no existiera cierto concepto sería incapaz de "pensar" ese concepto, porque su lengua no se lo permite (idea utilizada por Orwell en su novela 1984). Para ilustrar esta teoría, atribuida a los lingüistas Sapir y Whorf, a menudo se cita la famosa frase del célebre lingüista austríaco Ludwig Wittgenstein, "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", pero hay que matizar que está sacada de contexto y para entenderla bien sería necesario leer su Tractatus logico-philosophicus (que aún hoy en día da lugar a todo tipo de interpretaciones). Además, es curioso destacar que este problema de malinterpretación se debe al uso de la palabra "lenguaje" (referido al lenguaje humano en general) entendido como "lengua" (en el sentido de "idioma", es decir, cada una de las formas en que se materializa la facultad humana para el lenguaje), con lo cual "los límites de mi lenguaje" se ha interpretado como "los límites de mi lengua/idioma". Como bien sabréis, en inglés language significa tanto lenguaje como lengua (otro ejemplo de la diferencia de distribución de los conceptos según cada idioma).

En todo caso, la teoría del determinismo lingüístico ha sido mayoritariamente rechazada porque es evidente que las personas somos capaces de pensar de manera abstracta y comprender conceptos aunque desconozcamos -o no exista- un término concreto para ellos. Por eso muchas veces tenemos algo "en la punta de la lengua", y por eso un anglófono entiende perfectamente que una esquina se puede considerar desde dentro o desde fuera, aunque en su idioma generalmente no se exprese esta diferencia (y por supuesto en inglés también existe la diferenciación entre la facultad humana del lenguaje, y las lenguas-idiomas como tal, aunque se use la misma palabra).

Sin embargo, lo que sí está comúnmente aceptado en tanto que hipótesis plausible es la versión light del determinismo lingüístico: el relativismo lingüístico. Según éste, si bien la lengua materna no determina el pensamiento, sí que lo condiciona o relativiza, es decir, influye -o puede influir- en él de alguna manera. Por tanto, un hablante puede poder entender cualquier concepto aunque no exista en su idioma, si se lo explican... Pero si no se lo explican, o si nunca aprende otro idioma, es posible que nunca se le ocurra pensar que existe. Por ejemplo, a un anglófono puede que nunca se le haya ocurrido que entre el "here / this" y el "there / that" hay un concepto intermedio que en español (aquí / esto, ahí / eso, allí / aquello) o en japonés (koko - kore, soko - sore, asoko - are) sí que expresamos... pero es evidente que SABE que ese espacio existe, y es capaz de entenderlo cuando aprende español o japonés; es decir, su lengua materna no le limita su forma de pensar. Lo que está claro es que esta diferencia en la manera de hablar ("pensar") se hace patente cuando traducimos o hablamos un idioma extranjero: los anglófonos, excepto los que dominan muy bien el español (me refiero siempre al español de España, que es la variedad que yo hablo), rara vez utilizan el "ahí". De la misma manera, cuando los españoles o japoneses hablamos inglés, sobre todo a nivel principiante, y queremos decir "ahí", muchas veces dudamos entre "here" o "there", ya que no nos satisface ninguna de las dos (es como si quisiéramos decir gris, pero nos obligaran a elegir entre blanco o negro: en nuestra cabeza es inconcebible). Otras lenguas románicas como el catalán o el italiano también tenían este sistema de tres clasificaciones, aunque en la actualidad sólo conservan dos y han perdido la que ocupaba el lugar intermedio, que sólo se utiliza en el registro arcaico o en algunas regiones concretas. Esto ilustra la duda de si en las lenguas existe una tendencia a "simplificar" los conceptos, algo relacionado con la ley del mínimo esfuerzo, que en lingüística consiste en hablar de la manera más simple posible e ignorar todas aquellas formas gramaticales o conceptuales complicadas, o sustituirlas por otras más simples; un posible ejemplo sería el leísmo ("le estoy buscando"): para muchas personas es más fácil distinguir siempre entre "le" para personas y "lo" para cosas (lo cual está tolerado por la RAE al ser la tendencia mayoritaria en la capital del Reino, pero considerado vulgar por los hablantes de otras regiones), porque la diferenciación dependiendo de si se trata de complemento directo o indirecto, y dentro de eso si se trata de persona o cosa, es más compleja. Esto está relacionado también con el relativismo lingüístico (en este caso entre dialectos), ya que para alguien de la meseta la frase "Le estoy buscando" puede ser de lo más normal, pero como en el sistema de pensamiento del español estándar que no distingue entre persona y cosa cuando se trata de un complemento directo eso se diría "Lo estoy buscando", la oración "Le estoy buscando" significa "Estoy buscando algo suyo, o algo para él" (le estoy buscando trabajo, le estoy buscando las cosquillas, etc.). A pesar de esto, como el contexto siempre es más importante que el lenguaje, nos solemos entender.

En todo caso, este ejemplo sirve para entender que el relativismo lingüístico no sólo consiste en que un concepto exista o no en una lengua, sino en que el mismo concepto es diferente en lenguas diferentes, o incluso en dialectos diferentes, y no atañe sólo al vocabulario, sino también a la gramática. Esta diferencia a la hora de clasificar conceptos se hace más patente que nunca y acarrea problemas a la hora de crear lenguas artificiales que aspiran a ser "neutrales" culturalmente, como el esperanto, dado que en cada caso hay que decidir qué lengua natural humana vamos a utilizar como referencia para clasificar conceptos: por ejemplo, ¿creamos una sóla palabra para esquina y rincón como sucede en algunas lenguas (p.ej., inglés), o inventamos dos como sucede en otras (p.ej., español o japonés)? (En este caso el Dr. Zamenhof optó por una única palabra, angulo; sin embargo dado que el esperanto se caracteriza por ser extremadamente flexible para referirse a cualquier tipo de concepto mediante la combinación libre de todo tipo de palabras, sufijos y prefijos, también existe el término stratangulo ("calle + esquina"), para referirse al significado más común de "esquina": la esquina de una calle --pero no la esquina de la mesa o de un pañuelo.)

Un ejemplo clarísimo de cómo funciona el relativismo lingüístico está en el hecho de que las personas bilingües, aunque tengan un dominio igual de sus dos idiomas, a veces tienen más facilidad para expresar una idea en un idioma que en otro. Cuando todo un territorio es bilingüe (por ejemplo, Cataluña) y estás seguro de que aunque uses palabras del otro idioma todos te entenderán, se suele dar el hecho curioso de que una conversación íntegramente en el idioma A (castellano), está salpicada de expresiones o palabras en el idioma B (catalán), porque se usan más o se refieren mejor a la idea que queremos transmitir. Por ejemplo, para decir: "Hoy acabo a las siete" los catalanes, incluso cuando hablan castellano, suelen decir "Hoy plego a las siete" porque el verbo catalán "plegar" significa "terminar de trabajar". Cuando hay un verbo especial para decir "terminar de trabajar", se hace difícil usar uno tan general como "acabar" o "terminar", y perífrasis como "salgo del trabajo", "acabo de trabajar", etc. nos parecen engorrosas e innecesarias si en el otro idioma ya tenemos una palabra precisa que las describe.

Segundo ejemplo. No son pocos los hispanohablantes residentes en Japón que incluso cuando hablan español describen a una persona como "yasashii", porque este término tan práctico significa que alguien es a la vez amable, bueno, simpático, dulce, benévolo, comprensivo, cariñoso, etc... Probablemente si no supieran japonés se conformarían con "bueno", pero una vez que han aprendido la palabra "yasashii", es difícil sustituirla por una del propio idioma que sea un equivalente exacto. Nuestra manera colectiva de pensar como hablantes de un idioma concreto nos hace decantarnos por utilizar siempre la palabra que se ajusta mejor a la idea que estamos pensando en ese momento, y si esa palabra no existe en el idioma -forma de pensar- A, pues recurrimos al idioma -forma de pensar- B.


Por supuesto, el relativismo lingüístico en ningún caso afirma que todos los hablantes de una misma lengua piensen de la misma manera. Estamos hablando de una "influencia" o "tendencia" a pensar sobre las cosas (más referido a la forma que al contenido).


Por último, me gustaría hacer referencia al prejuicio lingüístico de que debido a la limitación de vocabulario hay lenguas en las que no se puede decir según qué cosas, prejuicio que deriva en otro peor: algunos pueblos, debido a su idioma tan limitado, no pueden pensar ni entender conceptos complicados. Aunque parezca mentira, me pongo colorada cuando me miras, estooo, quiero decir, que este prejuicio ¡está más extendido de lo que parece!

Para empezar, hay que decir que si en un idioma no existe un concepto es porque en ese sistema socio-cultural dicho concepto no hace ninguna falta: en una tierra donde no hay caballos, no existirá la palabra "caballo", y en el idioma de una tribu africana que desconoce ciencias avanzadas como la física y la química puede que no exista la palabra "átomo". Sin embargo, en cualquier lengua aunque no tenga la palabra "caballo" se puede explicar lo que es un caballo (es un animal que...), igual que se puede explicar lo que es un átomo (es una cosa muy pequeña que...). De esta manera, todas las cosas se pueden decir en todas las lenguas, ya sea con una única palabra, como recurriendo a una perífrasis (por muy larga que sea). Ahora bien, cuando una cultura entra en contacto con otra, es necesario referirse a los conceptos de la otra cultura de manera breve y exacta, y cuando una cultura adquiere conocimientos científicos de otra y se "civiliza", también necesita adoptar muchísimos términos. Entonces ocurre lo siguiente:

  • Se ad@pta (adopta o adapta) el vocabulario necesario recurriendo a la lengua extranjera, como en el caso del español: kamikaze, samurai, harakiri o shôgun no sólo son ya palabras españolas presentes en el diccionario, sino que además se pueden escribir "camicace", "samurái", "haraquiri" y "shogún". De la misma manera, cuando los japoneses conocieron el tabaco le dieron ese mismo nombre procedente del portugués: "tabako", y -aunque hoy en día se suele escribir con el silabario fonético katakana como la mayoría de extranjerismos- crearon una manera de escribirlo con kanji o caracteres chinos: 煙草 ("humo / humear + hierba"), entre otras formas (莨 o 烟草, esta última del chino). A todo esto, palabras en katakana de lo más común como "remon" (limón), "kurabu" (club), "garasu" (vidrio) y todos los nombres de países -así como algunas ciudades y personajes importantes- también tienen su forma de escribirse en kanji, aunque no sea conocida ni siquiera por muchos japoneses.
  • Se crea nuevo vocabulario con los recursos ya existentes en la propia lengua. Hay dos maneras básicas: 1) Creando un nuevo término que describa la nueva idea, ya sea a) calcando la estructura original: automóvil se convierte en japonés en 自動車 jidousha mediante la combinación de tres caracteres: 自 (uno mismo, auto-), 動 (moverse) y 車 (rueda, y por extensión, vehículo rodado); o b) con ingenio: el símbolo de la arroba (@), at sign o at symbol en inglés, se convierte en "a enroscada/envuelta/retorcida" en diversos idiomas, "a trompa" en sueco y danés, "cola de mono" en numerosos idiomas, etc. 2) Dotando de un significado nuevo a un término ya existente, generalmente por analogía: En japonés "coche" se tiende a simplificar como 車 kuruma, que en su origen y antes del invento del automóvil se refiere a carros, calesas y otros vehículos con ruedas. En español al símbolo @ se lo denominó "arroba", una unidad de medida ya existente, y en muchos otros idiomas se le llama "caracol" o con el nombre de diversos dulces que tienen esa forma más o menos de ensaimada. (Alguno podría pensar que "cola de mono" va en esta última categoría puesto que ya existía como concepto, pero la cuestión es que la expresión "cola de mono" no existía como término independiente --no salía en el diccionario). Como curiosidad, en japonés se dice アットマーク atto maaku, que viene del inglés "at mark" (aunque como ya hemos dicho en inglés es at sign o at symbol), aunque su denominación oficial es 単価記号 tanka kigô (símbolo de precio por unidad), debido al uso original de la arroba en inglés: "5 pencils @ $1 ea. = $5".
  • El japonés, como es un idioma algo especial debido a su sistema de escritura, en el caso de tabako por ejemplo, se han combinado la adopción de un término extranjero -su pronunciación- y el uso de los caracteres ya existentes en el mismo idioma, a los que se les da una pronunciación que nada tiene que ver con la original (al contrario que en chino, en japonés un ideograma se puede pronunciar de cualquier manera que quiera el que lo escribe, siempre que lo indique; algunos casos como 煙草 para tabako, aunque debería leerse "ensou" o "kemurikusa" o algo así, se crean con la intención de que pasen a formar parte de la lengua común).

En resumen, lo que quería demostrar con estos ejemplos es que el relativismo lingüístico no impide que cualquier grupo de personas, hablen el idioma que hablen, sea capaz de pensar nuevos conceptos. Se trata más bien de que nuestra lengua materna nos ayuda a distinguir mejor unos conceptos de otros, sin necesidad de pararnos a pensar en ello (vuelo al ejemplo de "corner" como "rincón-esquina" o "sumi-kado", que es muy ilustrativo). Y también de que a la hora de traducir puede causar problemas -especialmente en el caso de la traducción automática, aunque en este caso se enmarca más en el problema de la polisemia y la sinonimia.


Después de esta introducción (siento que las introducciones sean tan pesadas, pero antes de poner listas de ejemplos sin ton ni son, o ejemplos sacados de contexto, me gusta dejar las cosas claras), en un próximo post hablaré de dos ejemplos concretos relativos a los sistemas de pensamiento europeo y japonés:


1) La manera de entender y diferenciar los conceptos de "Estado", "nación" y "país" en una realidad nacional y política tan compleja y diversa como es Europa, frente al concepto de 国 kuni o 国家 kokka en el sistema de pensamiento japonés.

2) Las múltiples palabras para referirse al concepto "vida" en japonés, al tratarse de un idioma que siempre da más importancia a la connotación (matices, contexto, etc.) que a la denotación (definición exacta de las palabras). Según desde qué punto de vista consideres la vida (el hecho de estar vivo, el hecho de existir, el conjunto de experiencias vitales, el conjunto de actividades cotidianas...), ¡se usa una palabra diferente!

3 comentarios:

Lluís Gerard dijo...

No quiero parecer pesado así que simplemente diré que este post es genial y estoy enganchadísimo leyendo posts que no había leído. Además, este post en concreto se lo puede leer cualquier persona que hable un idioma no-nativo.

Tatenori dijo...

★ Lluís Gerard さん
Me alegro de que puedas descubrir y disfrutar de temas tratados en posts anteriores. El del relativismo lingüístico (con sus defensores y objetores) me parece apasionante y al traducir o intentar hablar bien otro idioma te lo encuentras constantemente (aunque mucha gente no se dé cuenta o no lo sepa).
Muchas gracias por comentar.

Teyane dijo...

Hola, sé que ya tiene tiempo el post, pero me ha resultado muy interesante. No sólo porque pienso que este tipo de aspectos (que justamente nunca te enseñan en el idioma) hacen que se disfrute más el aprenderlo. Como comentario extra, hace poco debatía con un amigo que esta aferrado que la comunicación sería más fácil si solo se hablara el inglés (principalmente por las cuestiones de la puntuación y algunas palabras). Me has dado armas para rebatir sus puntos. También coincidió tu post con mi lectura de Gödel, Escher, Bach, de Douglas Hofstadter acerca del isomorfismo (el vínculo entre el concepto y la realidad, y sus diversos niveles), así que he quedado fascinada. Definitivamente un post para leerse y pensarse con cuidado. Saludos.